La alegría es un estado de descubrimiento. Una persona está alegre cuando descubre algo, cuando desvela una memoria celular mistérica y escondida. Para estar alegres siempre, debemos estar descubriendo constantemente. ¡Y hay tanto que descubrir que podríamos estar alegres varias vidas!
No se puede tener dicha si uno no se está acercando a la fuerza del amor. La dicha es una esperanza de que tus memorias celulares van a despertar o están despertando. Lo experimentamos cada día: descubrimos mandalas nuevos en el ojo de otro, nuevos biorritmos, cierta energía al pasear por una montaña, o un atisbo de la conexión de nuestro ser con todo el universo… en cada descubrimiento -que es a fin de cuentas un momento de consciencia, un reaprendizaje o desvelamiento de memorias celulares- sentimos alegría y despertamos la dicha.
Por eso nuestra actitud mental influye en nuestra capacidad de alegría. No se puede tener dicha sin fe en nuestro propósito de evolución. El que sabe muy poco ignora muy poco, y cuanto más conocemos, más ignoramos.
Si tenemos la vocación de convertirnos en grandes ignorantes, entonces seremos profundamente alegres.