Blog de Nityananda

Seres trinitarios, propósito y amor

Todo en nuestro organismo tiene conexiones biológicas, neurológicas, y también energéticas. El trabajo que hacemos en el camino del Yoga se basa en gran parte en movilizar todas estas conexiones, en los tres planos. Es importante entender esto… si desgranásemos y conociésemos todos estos mapas antes de estar preparados en consciencia, entenderíamos mas cosas (intelectivamente), pero tendríamos la tentación de ponerlas en practica desde un punto de vista superficial… como herramientas para deshacer o para arreglar lo que hacemos o dañamos desde la inconsciencia, o como herramienta o arma al servicio de nuestros impulsos reactivos… o tendría efectos inadecuados para el crecimiento -como ocurre ahora con algunas prácticas que se llaman milagrosas.
Estos mapas, sí, se desvelarán en vuestro viaje si os mueve el propósito y no la expectativa. Desde la humilde fuerza del propósito, estamos abiertos a cualquier camino que lo realice, agradecemos cada paso, miramos con humildad en los rincones de la vida, y encontramos los mapas mistéricos de nuestra evolución. Desde la expectativa nos hacemos miopes, sólo miramos nuestro objetivo y viajamos hacia él sin energía propia. Descartamos cualquier cosa que no sea nuestra alucinación de que algo, fuera de nosotros, va a traernos felicidad.
El Yoga es un camino, es un camino de consciencia, es un viaje desde nuestro estado hacia nuestro ser. Nos movemos con la energía interior, genuina, de nuestros Yamas, del propósito de estar bien, de evolucionar, y no con la expectativa de reparar a término una disfunción hija de eones confundidos por los velos de Maya, por la no-consciencia.
Si observamos a seres humanos, en los extremos del espectro más amplio posible; de polos extremos religiosos, de afinidades políticas antagónicas, de creencias, de posición social… Desde cualquier parte de cualquiera de estos arcos, el ser humano busca igualmente el bienestar, y naufraga de la misma manera cuando lo busca fuera de sí mismo.
Por eso esta simple pero poderosa idea es el primer propósito de nuestro camino. Estar bien. Bienestar. Sólo desde nuestro bienestar podemos amar, sólo desde nuestro bienestar desvelamos la energía para trascender, para movilizar el propósito de trascendencia. Al igual que la vida tiene esa fuerza irresistible para hacer vida (pensad en una semilla, en los miles de miles de millones de seres vivos, o en un humilde virus), al ser humano consciente le mueve el propósito de evolucionar, de transformarse.
Y, sí, empezamos a evolucionar cuando nos acercamos a la fuerza del amor. La responsabilidad del ser humano es el acercamiento a la fuerza del amor.
Somos seres trinitarios, en viaje hacia la unidad. Esta transformación, esta evolución es nuestro segundo propósito, del que hablaré en la reflexión de mañana.
Buenas noches, queridos Sadhakas.